En 1966, se desarrolló la primera vacuna contra el virus respiratorio sincitial (VRS), una vacuna contra el VRS inactivada con formalina. Esta vacuna se administró a bebés y niños estadounidenses que participaron en cuatro ensayos clínicos. Los niños vacunados estuvieron posteriormente expuestos al VRS, y aquellos que no tenían anticuerpos contra la infección por el VRS antes de la vacunación experimentaron una infección por el VRS más frecuente y más grave, una afección conocida como enfermedad respiratoria intensificada. Los bebés y niños afectados presentaron dificultad para respirar, bronconeumonía y fiebre, y aproximadamente el 80% requirió hospitalización. Además, dos niños vacunados fallecieron a consecuencia del agravamiento de su enfermedad.⁽¹⁾

Debido al fracaso de la vacuna y al daño causado a quienes recibieron esta vacuna experimental, el desarrollo de nuevas vacunas para prevenir la infección por VRS se estancó durante varias décadas. Sin embargo, en los últimos años, varias empresas farmacéuticas han empleado nuevas estrategias para desarrollar una vacuna sin riesgo de incrementar la enfermedad.

Un enfoque fue desarrollar una vacuna para mujeres embarazadas, con la esperanza de que los anticuerpos maternos se transfirieran al recién nacido, protegiéndolo de la enfermedad. Las estrategias también han incluido el uso de nuevas tecnologías de vacunas, como vacunas basadas en genes,^(2-3) vacunas de subunidades con adyuvante,^(4-5-6-7) y otros.^{(8-9-10-11-12)} También se han desarrollado y sometido a ensayos clínicos vacunas contra el VSR destinadas a adultos y ancianos.⁽¹³⁾